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miércoles, 13 de abril de 2011

Estelas movedizas

Hoy me he sentado en medio de una reunión; gente conocida que habla y siente junta, y me he dado cuenta de que, en definitiva, se aferran siempre a lo que pueden, como todo hijo de vecino... y sumido en estas reflexiones he perdido la mirada en el café que me estaba tomando; un café cortado que no me apetecía, pero lo había pedido, y me lo he tomado. Y pensaba en que la gente se aferra a cosas palpables, tangibles... algo que puede servirles para dejarse llevar, o para transportarlas, pero al fin y al cabo son algo que está ahí y pueden verlo, verlo y mostrarlo...

Entonces he pensado en que es aquello a lo que me aferro para vivir como todo el mundo vive, y he levantado la mirada del café cortado que no me apetecía. He mirado a mi alrededor y no he visto lo que buscaba. Me he visto aferrado a un rayo de luna al que me unen dos jirones de niebla, dos retales blancos que sólo esperan la brisa apropiada para disolverse y volver al pantano del que nacieron hace algunos años.

¿Por qué? ¿Por qué, me pregunto, me es tan difícil sentir tierra firme bajo mis pies? ¿Por qué debo andar siempre sobre estelas plateadas en el océano? ¿Qué tienen mis extremidades inferiores que solo atraen arenas movedizas?

No quiero que mi vida penda de humedad condensada flotando sobre un pantano. No quiero tampoco una tabla que me garantice un permanecer a flote entre olas de tristeza y lágrimas que no he derramado.

Me gusta ver caminos de plata y alcohol entre sueños, a través de velos vaporosos y sentir que alguien puede pasear por ellos, pero alguien que no soy yo, alguien cuya vida es tan efímera como un suspiro en la noche, alguien que no existe y necesita ser creado... para poder escribir sobre él sin que me duela sentir que puedo ser yo.

Y quizás éste de quien hablo no sea yo, aunque escriba en primera persona. Quizás mi rayo de luna es en realidad de esperanza, y los jirones de niebla ocultan gruesos cables que me sostienen en contacto con el cielo estrellado, y bajo mis pies los vapores se condensan hasta formar granito... y la vida efímera de ese alguien que no existe es en realidad la mía, y solo soy un sueño hecho de luna y niebla que cuando duerme despierta y se ve seguro en un suelo de roca firme...

Pero si dormir es velar, ¿dónde queda el descanso?
Y si soñar es vivir, ¿en qué quedan las respuestas

Mayo 2005

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