Indice

Aclowntratemps: El diario de trabajo de la compañía.
Literatura Propia: Escritos poéticos de mi puño y tecla.
Reflexiones sobre el Teatro: Pues eso.

domingo, 28 de febrero de 2010

Sesió 27-02-2010


1. Explicación técnica del lanzamiento de la red.

2. Fase de cocentración y concienciación:
- Eje situado
- Respiración
- Conciencia de los canales del aire
- Desarrollos de columna
- Chequeo personal
- Relajación y desarrollo de las partes doloridas
- Extensión al resto del cuerpo

3. Calentamiento (de lo técnico a lo expresivo)
- Movilización abstracta del resto del cuerpo (búsqueda de límites)
- Inclusión de las figuras y los conceptos en la partitura de calentamiento:

· Figuras:
- Caminar
- Ondulación directa
- Punto fijo
- Acciones de tirar y empujar
- Lanzar la red
- Girar el bastón
- Levantador de pesas

· Conceptos:
- Posición Cero, o Neutra
- Centro Motor
- Actitud
- Ritmo
- Estado

4. Escoger un personaje y trabajarlo desde algún Centro Motor o Actitud:
· Acciones propias del personajes - Acciones cotidianas hechas por el personaje
· Estado habitual del personaje - Otros estados que pueda tener
· Hábitat natural - Hábitats extremos (positivos y negativos)
· Relación con otros personajes
· 3 Actitudes características
· 3 Acciones características
· 3 Frases, sonidos o coletillas características

5. Improvisaciones:
- Evitar la palabra innecesaria
- No perder el personaje
- Situaciones a jugar:
· Pisar la moneda
· Espacio cerrado y huele mal
· Vestirse en sus aposentos

lunes, 22 de febrero de 2010

Amigos

Imagínate que un buen día me acerco a ti por la espalda, te tomo de la cintura y te susurro al oído que te quiero. Sonreirás, te darás la vuelta y me dirás algo así como: “y yo a ti, tonto”. Entonces me abrazarás, me besarás en la mejilla y te apretarás contra mí. Después me dirás que tienes que irte, que has quedado en el centro con él y que me llamarás luego para decirme por donde vais a salir y así quedamos y le conozco.

Te miro sonriendo mientras subes al taxi y quedamos en que me llamarás después de cenar.

Pero yo no quiero conocerle. Sé que no voy a conocerle. Sé que después de cenar no me llamarás y que la próxima vez que nos veamos te disculparás porque no lo hiciste: “es que al final nos quedamos en el sofá después de cenar y no nos apetecía salir”, y yo sonreiré con picardía y diré algo así como: “claro, claro... en el sofá”. Te reirás y me pegarás una palmada en el brazo mientras me llamas tonto. Nos reiremos y seguiremos siendo amigos camino de la cervecería de siempre. Y mientras me río pensaré en cuanta razón tienes llamándome tonto.

Sentados en la terraza del bar hablaremos de todo un poco. Luego me preguntarás por mi chica y te diré ya lo hemos dejado.

“Mejor, no era tu tipo”

“¿Y cuál es mi tipo?”

“Una como yo (risas). No, que va... No sé. Una que te quiera...”

Una que me quiera... más bien lo que necesito es que me quiera una, pero me quieren todas menos esa... Y mientras pienso esto último, tú ya habrás empezado a hablarme de él, de lo bien que lo pasasteis el otro día, y que fue una pena que no estuviera allí, que se lo dijiste y que él te dijo que sí, que le gustaría conocerme. “Podríamos quedar a cenar una noche y así os conocéis. Os llevaréis genial. Además os parecéis un montón”, y diré que sí, pero no propondré ninguna fecha... me remitiré a una futura llamada que nunca haré y cambiaré de tema, de forma que no te des cuenta que en realidad no quiero conocerle. Cuando nos despidamos me recordarás que te llame para la cena esa.

“Que sí, tranquila que te llamo”, y empezaré a pensar en la excusa perfecta para no haberte llamado. “Que pena, bueno pues otra vez será”... y seguiremos siendo amigos.

Viaje II

Un día intenté atravesar el muro y me hice una brecha en la cabeza. Me curaron la herida y me hicieron tomar calmantes... Cuando dejaron de sedarme, lo volví a intentar, pero esta vez tomé más precauciones. Me envolví de una espesa niebla, froté la tapia del patio con una flor y me lancé a toda carrera con la cabeza por delante. El sonido fue como el de una calabaza que se cae desde la furgoneta de la frutería y revienta en suelo. Mientras veía como las pepitas se esparcían por tierra, recordé un sueño que tuve hace tiempo en el que salías tú, con aquél vestido rojo que tanto me gustaba... recuerdo que en el sueño olías como a encuentro fortuito en el cine o algo así. Era un sueño azul y gris, que se había perdido entre habitaciones blancas y flores de vivos colores... pero en ese momento lo recordé rojo, como tu vestido. Me saludabas porque llegaba en el tren de las dos. Dimos un largo paseo, subimos a un árbol y se te rompió el vestido con una ramita, pero no te importó... fue un sueño agradable, pero el recuerdo me ha venido con la boca muy seca y sólo me ha dado sed. Es la primera vez que un recuerdo me da sed.

Mientras me agachaba para recoger los restos de la calabaza que impreganaban el suelo, la niebla se disipó y fue sustituída por un zumbido sordo, pero cuando cerré los ojos cesó. Los mantuve cerrados para no seguir oyéndolo.

Es entonces cuando de verdad empezó el viaje.

El principio me resultaba muy familiar por el ruido de las sirenas, pero poco a poco las imágenes se hacían más y más nítidas conforme entraba en el coma. Primero, un océano de tiempo azul que se extendía por toda la galaxia, inundando cientos de estrellas que vertían lluvias de colores sobre una pradera de verde y amapola. Después un desierto de sonrisas, con dunas de caramelo y camellos con tres jorobas y un reloj de arena en cada una. Al final del desierto, una selva de cristal y menta poblada de señores bajitos y monjas que pedían dinero para niños huérfanos y niñas embarazadas del Perú.

Cuando salí del coma entré en una bola de cristal que cambiaba de color cuando bajaba la temperatura y donde vivían los padres de Camila: el viento y la lluvia. Allí me enseñaron a caminar descalzo y a construir jaulas para grillos. Viví con ellos un tiempo, hasta que me convertí en el mejor constructor de jaulas para grillos del mundo y me dediqué a cazar grillos, enjaularlos y después soltarlos para que sintiesen la sensación de ser libres. Ahora soy un experto cazador de grillos y siempre estoy al acecho, por si acaso.

Cuando vuelva seguiré regando las flores del patio durante una temporada y después iré a buscarte para seguir por donde lo dejamos. Yo me acuerdo perfectamente. Espero que tú también te acuerdes. Un beso.

La puerta

Una vez abrí una puerta. No es que esperara encontrar nada al otro lado... de hecho, ni siquiera asomé la cabeza al otro lado... Sencillamente la abrí. La vi cerrada y la abrí. La dejé abierta de par en par, pero no me asomé a ver lo que había al otro lado. La abrí, la dejé abierta de par en par y me fui a buscar otra puerta. Pero no encontré más. Volví a la de antes y la encontré tal cual la dejé. Respiré tranquilo y continué buscando más puertas. Pero no encontré más. Quise volver a la de antes pero me contuve porque primero tenía que encontrar otra y abrirla, pero era imposible. No quedaban más puertas en aquel desierto de baldosas blancas y de paredes blancas y luz blanca. Solo había una puerta y la había abierto yo. La había abierto de par en par. Volví a la puerta. Seguía abierta de par en par. Me planté justo en frente y observé. Estaba oscuro al otro lado, excepto un círculo de luz que caía sobre una silla. Entré despacio, poniendo cuidadosamente un pie delante del otro y sin apartar los ojos de la silla. Llegué a la silla y me senté mirando hacia la puerta por donde había entrado. Y la vi tal cuál la dejé. Respiré tranquilo y le di la espalda. Observé atentamente la oscuridad. Permanecí sentado observando atentamente la oscuridad que me rodeaba. Parpadeé una vez. Me di la vuelta y vi una puerta abierta de par en par. Permanecí sentado observando atentamente la puerta. Parpadeé una vez. Me levanté. Me dirigí hacia la puerta despacio, poniendo cuidadosamente un pie delante del otro y sin apartar los ojos de la puerta. Me planté justo enfrente y observé. Había luz al otro lado. Una luz blanca que iluminaba un desierto de baldosas blancas y de paredes blancas. Me acerqué hasta la puerta y la atravesé. Me quedé de pie en un desierto de baldosas blancas y de paredes blancas y luz blanca. Parpadeé una vez. Me di una vuelta y vi una puerta abierta de par en par. Al otro lado estaba oscuro excepto un círculo de luz que caía sobre una silla. Cerré la puerta. No es que me inquietara lo que vi al otro lado. Sencillamente la cerré. La vi abierta y la cerré. La cerré y me fui a buscar otra puerta.

A ti, que aún no has venido, para cuando te vayas.

Tengo un extraño recuerdo de ti. Es un recuerdo azul y gris, con olor a café y a tostadas, y el sabor de un beso humedecido con lágrimas...



Recuerdo el “¿nunca volveré a verte?” como una canción de cuna que me invitó al sueño eterno y al despertar de la locura, al abandono de las malas compañías y a las copas de hiel y aguardiente. A las babas de madrugada que registraban el camino de vuelta a casa y que me guiaban noche tras noche al mismo infierno etílico de peleas e insultos, de filosofía trasnochada y risotadas blasfemas, donde las canciones más suaves eran los gemidos que las putas inventaban mientras vaciaban mis bolsillos y las únicas oraciones las que vomitábamos los borrachos postrados ante la taza del váter.



Recuerdo el “adiós” como un “mañana no estaré aquí cuando despiertes” ... así que desperté... y al abrir los ojos el azul se hizo gris, y el gris se hizo negro. El levantar fue lento y el caminar pesado. La mesa siguió soportando el peso de dos tazas vacías durante muchos sueños. Pero en el armario no quedaba café, ni en mis labios besos. Solo lágrimas. Lágrimas y una cama fría que nadie ha vuelto a calentar.



Pero ha llovido y ya no vierto lágrimas en ningún vaso, en ninguna copa. Las rompí todas. Dejé que el agua arrastrara el calor pasajero que humedecía mi cama y entumecía mis sueños, grises entonces, y ahora azules por la distancia. Pero todavía tristes por el recuerdo del adiós, del café que ya no huele, de las tostadas y de las lágrimas sin beso.



Ahora solo pienso en qué ocurrirá mañana cuando no me acuerde de ti, cuando dejen de dolerme los recuerdos, cuando las tazas vuelvan a reposar limpias en el armario y en la mesa solo pesen las flores. ¿A qué olerá el café, a qué sabrán mis tostadas? De mis besos no me importa nada; ya habrá quien me los devuelva. De mis lágrimas estoy tranquilo, no han de correr por ti. De mis sueños solo me inquieta el color, porque han sido tan uniformes que temo que me escuezan al principio, aunque me acostumbraré enseguida. De la que fue nuestra cama ya no he de volver a preocuparme. La mandé quemar. Incluso esas llamas me parecieron frías, pero nunca más... nunca más...

Para mí se terminó el invierno

Perfume

Guardé tu frasco de perfume en mi cajón de los calzoncillos porque no quería que lo encontraras. Sabía que te irías tarde o temprano, pero jamás dejaría escapar tu esencia, y por eso lo guardé. Cuando me quedé solo abrí el cajón, cogí el frasco y me senté en el borde de la cama. Me acerqué el frasco a la cara, pero no me atreví a abrirlo. Si no es en tu piel no es lo mismo. Volví a esconder la botellita y cerré el cajón. Volví a abrirlo para sacar unos calzoncillos limpios, me vestí y salí de casa. Entonces lo pensé mejor y volví a entrar. Saqué de nuevo la botellita y la dejé abierta en un rincón de la habitación. Pensé que lo mejor sería que la casa oliera a ti cuando regresara.

Caminé durante horas. Recorrí toda la ciudad. Compré un paquete de tabaco y lo tiré. Mientras lo abría decidí dejar de fumar. En un momento, no recuerdo cual... creo que fue a la entrada de un cine, percibí tu olor. Una había una chica que olía a ti. Alguien que no eras tú pero que usaba tu mismo perfume. Pensé en el frasco abierto en mi habitación y por un momento tuve miedo de que al llegar me confundiese y me acordara de la chica de la entrada del cine. Empecé a sudar angustiado. No podía soportar la posibilidad de olvidarte, o de confundirte... de que hubiera otra en mi mente ocupando el lugar que dejaste cuando te fuiste... No...

Entonces me concentré. Cerré los ojos apretando mucho y pensé en ti, en tu cara, en el retrato que tengo sobre la mesilla de noche. Recordé el olor que todavía no había escapado de mi nariz y traté de visualizar tu cara, pero se me aparecía la chica que había visto entrar al cine. Luché contra eso, pero no podía vencer la imagen de la chica rubia sonriente que entraba al cine sola. Traté de ponerle tu cara. De colocar la imagen de mi mesilla de noche en su cuerpo... Entonces lo tuve claro. Sabía lo que tenía que hacer. Volví sobre mis pasos y me acerqué de nuevo a la puerta del cine. Compré una entrada y entré. La película aún no había empezado y una luz tenue de sala más el reflejo del publireportaje me permitían distinguir las caras. Busqué a la mujer que olía igual que tú. La encontré en la fila siete, en el centro. Recuerdo que tú también solías sentarte ahí. Me senté a su lado y comencé a hablarle como si estuviera hablando contigo, como si la conociera de toda la vida, como si ese olor fuese el tuyo y como si yo lo hubiese creado para ti. Vimos juntos la película y después salimos a cenar. Seguimos hablando y riendo como si ese olor nos hubiera acompañado siempre. Tomamos unas copas y bailamos como si la música formara parte de ese perfume que nos rodeaba y nos acercaba como si fuéramos nosotros, tú y yo, en vez de nosotros, ella y yo.

La acompañé a su casa, y en la puerta nos abrazamos y nos besamos hasta que su(tu) perfume atravesó mi piel, perforó mis huesos y se instaló en mi alma. Subimos y al abrir la puerta toda su casa olía a ti (y a ella), y recordé el frasco de perfume en un rincón de mi habitación. Fui y lo cerré y lo volví a esconder en el cajón donde guardo los calzoncillos mientras tu me esperabas en tu habitación. Entré en tu cama e hicimos el amor hasta que se nos cerraron los ojos.

Cuando desperté ya no estabas. En la habitación solo quedaba mi ropa, mi cartera y tu perfume, entonces te recordé y me sentí sólo. Fui hasta mi cuarto y abrí el cajón de los calzoncillos.

Viaje

Te llamé una noche. Era bastante tarde y pensé que podrías estar ya durmiendo. Colgué antes de que diera señal. No quería despertarte... aunque en el fondo necesitaba que te despertaras y me llamaras. Que algo dentro de tus sueños te alertase y sintieses la necesidad de llamarme para saber si estaba bien, si necesitaba algo. Eso hubiera bastado...

Pero tus sueños no percibieron mi grito silencioso y te dejaron seguir durmiendo hasta bien entrada la mañana. Para entonces ya era demasiado tarde. Ya no necesitaba nada ni a nadie... Había comenzado mi viaje en solitario... un pie delante de otro... era la única consigna, el único destino, el único rumbo.

No cogí ni teléfono, ni llaves; ni equipaje, ni cartera. Me fui con lo puesto y sin intención de parar, de volver ni siquiera la vista atrás un sólo instante... excepto quizás si oía tu voz... porque sabía que no la iba a oír.

Caminé durante días, durante semanas, durante horas... no lo sé... tampoco podía llegar muy lejos en ese estado. Sólo sé que caminé hasta que las piernas se doblaron suplicando descanso y alimento. Me quedé allí tendido hasta que llegó la ambulancia, y cuando me recogieron me fui... me fui volando hacia tí para que supieras que no tengo nada más que decirte. Ya no hay penas que contarte ni consuelos que valgan...

Como cantaban los Enemigos, hay amistades con fraude y remedios que siempre llegan tarde... Ahora ya tengo otra vez libertad de movimiento, aunque las distancias están más limitadas por los muros del patio.

Aquí me dejan cuidar las plantas. Incluso les hace ilusión verme trabajar con ellas... Dicen que si sigo así con ellas, pronto estaré curado... Lo que no entiendo es a que se refieren, porque yo no me siento enfermo.

En blanco

El documento estaba en blanco, pero de repente se empezó a salpicar de píxeles oscuros que desde la distancia que separaban su cara del monitor parecían tener sentido, y debía de ser un sentido muy profundo porque él lloraba mientras los recorría con la vista.
En ocasiones las lágrimas no dejaban seguir el recorrido de la mirada y tenía que detenerse para limpiarse los ojos si quería seguir leyendo. Porque a veces no quería seguir leyendo y no se limpiaba los ojos. Dejaba que lloraran y seguía la borrosa línea negra que antes había sido un mensaje de adiós en su ordenador, pero que con los ojos llorosos dejaba de tener sentido.

Cuando terminó de leer el documento lo archivó en Mis Documentos con el nombre de una mujer que no existía en su vida, abrió un documento nuevo y empezó a salpicar con píxeles oscuros la réplica de aquel adiós de una mujer que no existía en su vida. Era una réplica despechada de autoafirmación y reafirmación de sus errores y de sus delitos, de sus mentiras y de sus infidelidades, una negación de las lágrimas que todavía resbalaban sobre su teclado. Fue un documento largo, mucho más que el de adiós.
Cuando lo hubo acabado lo archivó en Mis Documentos con el nombre de un hombre que no existía en su vida. Después apagó el ordenador y abrió un pequeño diario en el que apuntó los nombres de ella y de él, y al lado... al lado apuntó la fecha de un día que no había existido en su vida...

viernes, 19 de febrero de 2010

Que somos


Me llegó un correo electrónico que incluía esta imagen, y me pareció tan definitoria de la relación entre actores y público, que pienso que tenerla siempre presente nos ayudará a no olvidar quienes somos y para qué estamos aquí.
Si alguien sabe quien es el autor, que me lo diga, por favor, para que le informe y pueda decidir si me autoriza a dejarla colgada aquí.

jueves, 18 de febrero de 2010

Primera entrada

Quizás quiera comenzar un blog porque en realidad no quiero comenzar un blog, estas cosas funcionan así dentro de mi cabeza.

Puede ser que aproveche y suba los trabajo de clase que no estoy enviando por e-mail a los profesores y que probablemente me cueste la carrera.

A lo mejor cuelgo mi currículo y unas cuantas fotos y le mande el link a gente que pueda darme trabajo.

Quizás me limite a compartir y promocionar lo que otros amigos publican.

Aunque lo más probable es que se quede vagando por la red con las pocas entradas que tenga hasta que alguien se de cuenta y tenga la amabilidad de borrarlo (si es que estas cosas se borran).

En cualquier caso, queda inaugurado este espacio virtual.

Bienvenidos.